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febrero 06, 2012

S2-EEI - SÍNDROME DE DOWN (5 de 7)


Materia: EDUCACIÓN ESPECIAL I
Unidad: 2

Libro: SÍNDROME DE DOWN, HACIA UN FUTURO MEJOR. GUÍA PARA LOS PADRES.
Autor: Pueschel S. M.
Editorial: Salvat Editores



CAP 11. ESTIMULACIÓN PRECOZ DEL DESARROLLO

     Los niños nacen, por lo general, con todo lo que necesitan para estar satisfechos, al menos durante la primera época de su vida. Es característico que los recién nacidos duerman profundamente, principalmente después de una alimentación correcta. Cuando están despiertos, se enriquecen mediante estímulos visuales y sonoros, mientras se les tiene en brazos, se les mueve y alimenta. También consumen mucha energía moviendo los brazos, las piernas y el tronco, actividades que no solo agradan a los bebés, sino que atraen cada vez más la atención de los padres o de las demás personas que les cuidan. Los niños "normales" y sanos muestran un sentido de bienestar y de alegría arrullándose, pataleando y soltando carcajadas. Los padres, a su vez, responden con expresiones de cariño, interés y gran variedad de experiencias estimuladoras.
     Los padres de los niños que tienen un defecto físico y mental pueden, al principio, encontrar más dificultad para responder, espontáneamente, de forma similar. Es posible que necesiten ayuda para comprender el lento progreso de su hijo en varias manifestaciones motoras y sociales. Por ejemplo, una madre puede interpretar la incapacidad del niño para mamar como un rechazo  hacia ella, en lugar de atribuirlo a la debilidad de sus músculos para succionar o tragar. De la misma manera, tal vez ignore que los movimientos algo menos vigorosos de los músculos del tronco, piernas y brazos se explican probablemente por debilidad y reducción del tono muscular. Hemos de recordar que el niño con debilidad muscular tienen que esforzarse para alcanzar el resultado que el niño "normal" consigue con poco esfuerzo. Además, los estímulos sensoriales como la voz, el tacto y el color deben ser más intensos para impactar como es debido a un bebé con síndrome de Down.


INTERVENCIÓN PRECOZ

     En el gran número de trabajos que existen sobre la intervención precoz en niños deficientes, y en mi propia y extensa experiencia personal,  ya se indica que las limitaciones físicas e intelectuales del niño con síndrome de Down pueden verse modificadas bajo una dirección competente y una intervención temprana. Feuerstein ha afirmado en muchas de sus publicaciones que la inteligencia, valorada según las pruebas tradicionales, no es una cualidad inmutable, sino que puede mejorar con intervención y mediación, , en las cuales el adulto media entre el niño y su entorno. La mayoría de los "ejecutantes débiles" (Feuerstein prefiere esta expresión a la de "retrasados mentales") están mejor capacitados para aprender, que lo que su expediente puede indicar.El niño con síndrome de Down no es una excepción.  Recibir directamente estímulos y experiencias vitales -que todos los niños necesitan- no basta frecuentemente para cambiar de manera significativa los patrones de aprendizaje que requieren los niños con síndrome de Down. Por tanto, lo que se necesita en una situación de aprendizaje por mediación, en la que un progenitor o el cuidador seleccionen los estímulos apropiados y dejen de lado los que no interesen. Se utilizan estrategias específicas para aumentar el interés del niño, su atención y nivel de destreza. Los padres de los niños pueden aprender estas técnicas de intervención y utilizarlas con éxito. En este capítulo y en los tres siguientes se incluye una selección de aplicaciones de estos principios de mediación.
     Concretamente, la intervención precoz puede centrarse en la mejora del desarrollo sensorial y motor de un bebé. Influye también en procesos de aprendizaje más complejos. Durante los últimos años los psicólogos y educadores llegaron al acuerdo de que es la calidad de la estimulación, antes que la cantidad en su conjunto, lo que conforma el desarrollo físico y mental del niño. Por tanto, debe darse mucha importancia a la estructura y el contenido de un programa de estimulación precoz, que a utilizar indiscriminadamente estímulos no específicos. Esto es de particular importancia cuando se trata de planificar un programa de estimulación para el niño muy pequeño con síndrome de Down. Aunque es verdad que el conjunto de estos niños comparte muchas deficiencias concretas del desarrollo, también es verdad que hay grandes diferencias en lo que se refiere a sus capacidades e incapacidades específicas.
     El desarrollo del aparato locomotor de los niños normales sigue una secuencia muy típica. primero levantar la cabeza en el decúbito prono, seguido de darse la vuelta, sentarse, andar a gatas, mantenerse en pie y caminar. Después observamos actividades más complicadas, como correr, subir escaleras, saltar y brincar. Las habilidades manuales surgen también por secuencias determinadas como sujetar, apretar, alcanzar, tirar, empujar y asir. Estas habilidades, junto con otras, en el campo social y cognoscitivo, se convierten gradualmente en actividades que permiten al niño explorar su entorno más profunda y detalladamente. Aunque la secuencia de las etapas del desarrollo locomotor está bien determinada, la utilización eficiente de situaciones de aprendizaje mediado y de práctica contribuye a la aceleración y calidad del aprendizaje motor.
     Si el aprendizaje de tales actividades en un niño "normal" requieren mucha práctica y experiencia, ¡Cuánto más trabajo, paciencia y entrenamiento necesitará el niño con síndrome de Down! Este tiene que superar muchos obstáculos que retrasan la marcha de la adquisición de las habilidades motoras. Por ejemplo,  la debilidad muscular y el tono bajo del músculo (hipotonía) dificultan más al niño  con síndrome de Down el uso de sus miembros y de su tronco, especialmente cuando se trata de levantar el peso del cuerpo contra la fuerza de gravedad (saltar, andar a la pata coja y trepar), levantar un peso o ir contra algo que ofrece resistencia (empujar un objeto o pedalear en la bicicleta). Además, la mayor amplitud de movimiento de las articulaciones (hiperflexibilidad) es causa a menudo de la inestabilidad de éstas, sobre todo en las rodillas y tobillos. Por ello, el niño con síndrome de Down puede compararse al adulto con ligamentos laxos o débiles, que carece de estabilidad para saltar o andar a la pata coja.
    Debido a un proceso más lento de la información, el niño con síndrome de Down tardará más en dar señales de curiosidad e iniciativa. Sin embargo, con la ayuda adecuada llega a aprender, aunque a ritmo más lento. Por supuesto, el proceso es continuo, y comienza en el momento de nacer con la experiencia de succionar, tocar, girar y levantar la cabeza, junto con mirar y escuchar. Aunque al principio estas actividades se producen de manera refleja, se cree que se traducen en sensaciones agradables que el niño repite con satisfacción. Por ejemplo, las luces brillantes y de colores, el mover objetos, hacen que el niño gire la cabeza para mirar. Más tarde, buscando estímulos nuevos y más interesantes, el niño explora una variedad de voces, colores, formas y contexturas. Así,  el bebé averigua pronto que el esfuerzo activo trae consigo diversas compensaciones.
     El bebé  con síndrome de Down suele estar retrasado en el inicio de actividades locomotrices como patalear "culebrear" y darse la vuelta. Estas actividades conducen a una exploración precoz y eficaz del  entorno y, a su vez, a un aprendizaje continuado. Los padres deben encargarse activamente de ayudar a su hijo con síndrome de Down en estas primeras experiencias. Los niños que no pasan por esta situación tan gratificante pueden sentirse frustrados, estado que manifestarán llorando, negándose a comer o limitando sus intentos de comunicación. Para evitar esto, los padres pueden ayudar  a su hijo a encontrar actividades que le satisfagan y le hagan disfrutar.
     Cualquiera que sea el nivel alcanzado en un determinado momento, siempre hay algunas tareas sensoriales, locomotrices, o simplemente cognitivas que proporcionan estimulación, experiencias y diversión. lleva tiempo y conocimiento escoger como es debido los componentes de un programa semejante. La importancia que tiene el comprometerse de forma regularizada y continuada en algún aspecto de habilidades que sean básicas puede menospreciarse con frecuencia, porque los resultados no son siempre apreciables a primera vista. Quizá sea más fácil comprender cómo se adquieren las habilidades físicas si recordamos cuánto tardamos en perfeccionar nuestra natación, nuestro esquí, jugar a los bolos o cortar madera. Estas son habilidades basadas en sistemas previamente adquiridos de movimientos que se convirtieron de manera gradual en una serie organizada, compleja y secuencial de actos motores.
     A medida que sea mejor la actuación, se incrementan en el que aprende los sentimientos de placer, satisfacción y éxito. Cuanto más fácilmente se realice la tarea, mayor será su eficacia. Es importante que el niño con síndrome de Down realice, desde su primera infancia, el mayor número posible de patrones de movimientos agradables y eficaces. Estos serán esenciales para el desarrollo de habilidades más complejas en el futuro.




ETAPAS DEL DESARROLLO SENSORIAL,
LOCOMOTOR Y SOCIAL

     En el resto de este capítulo se examinan varias etapas del desarrollo de un niño con síndrome de Down y se analizan algunos de los factores que intervienen para proporcionar experiencias sensoriomotrices y de otros aprendizajes que ayudarán al niño a alcanzar niveles más altos de comportamiento y competencia.

Posturas y transporte

    El bebé con síndrome de Down tiende a permanecer en una postura un tanto atípica, con las piernas frecuentemente separadas y hacia afuera, y con las rodillas dobladas. Esta postura, si se convierte en habitual puede llevar a patrones de movimiento defectuosos al sentarse y caminar. Cuando se sostiene al niño, o se le lleva en brazos, sus piernas deben estar juntas una con otra (en postura de aducción). A los niños con síndrome de Down, con alto nivel de hipotonía se les conoce como niños "flojos".
     La postura en que mejor se lleva al niño con síndrome de Down varía según sea el individuo, dependiendo de la debilidad muscular de las distintas partes del cuerpo, así como del nivel de desarrollo general. Con frecuencia, estos bebés necesitan algo más de apoyo en la cabeza y en el tronco que un niño normal. Aunque es muy probable que cabeza y tronco tengan que sostenerse para evitar que se desplomen o bamboleen, no suele ser necesario impedir los movimientos de los brazos y piernas sujetándoles mientras el niño está echado, se le alimenta o va en brazos.

Estimulación táctil

     Desde una edad muy temprana el bebé reacciona mucho cuando se le toca. El tacto es una valiosa fuente de información para el niño. Las estimulaciones visuales y auditiva deben combinarse siempre que sea posible con experiencias táctiles.
     Probablemente las experiencias sensoriales tempranas más importantes para el bebé son las de ser manejado, tenido en brazos por sus padres, cambiado, bañado, alimentado y llevado de un lado a otro. Durante estos contactos naturales y espontáneos con el cuerpo de su progenitor o cuidador, el bebé obtiene mucha información sensorial. Estas experiencias pueden hacerle sentirse bien o pueden ser desagradables. Las experiencias tempranas agradables dejan una huella favorable y contribuyen al futuro bienestar físico y emocional del niño.
    Algunas de las sugerencias para la estimulación táctil son las siguientes:

  1. Coloque al niño sobre superficies de diferentes texturas, en mantas ásperas o suaves y en diferentes alfombras o muebles tapizados. La piel del bebé debe estar en contacto con estímulos táctiles variados siempre que sea posible.
  2. Tape el cuerpo del niño con materiales de diferentes texturas y pesos, así como ropa fresquita y de abrigo. Dado que el nivel de actividad del niño puede variar bajo diferentes condiciones, conviene aflojar su ropa para permitirle una actividad más libre o usar una ropa más apretada cuando se quiere que haga movimientos más fuertes en  contra de la resistencia que encuentra.
  3. Toque al niño de modos diferentes, incluyendo caricias, masajes, golpecitos, cosquillas suaves y apretones.
  4. Deje que el niño le toque. Coloque las manos del niño en su cara, pelo, ropa y en las diferentes partes de su cuerpo. Anime al niño a tocar colocando sus manos en el biberón o en el pecho de su madre cuando le alimenta. Deje que el niño toque juguetes de diferentes formas y materiales.
  5. Generalmente los niños responden con más actividad cuando se les habla o canta melodías rítmicas. Trate de combinar el mayor número posible de actividades motoras con comunicación expresiva.
  6. Cuando bañe al niño, no le impida moverse, anímele a chapotear y a hacer otros movimientos mientras está en el agua. Un modo agradable y fácil de hacerlo es llevarse al niño a la bañera cuando usted se bañe.
Exploración oral

     En esta etapa del desarrollo el bebé debe explorar también con la boca todo tipo de objetos. La exploración oral es una experiencia muy valiosa que debe estimularse durante las primeras etapas de la vida del bebé. Cuando lleva sus brazos y manos a la boca, está practicando un patrón de movimientos que le sirve de modelo para la mayoría de las actividades manuales que uno tiene que abordar a lo largo de la vida. la exploración oral estimula también el movimiento de los labios, la lengua y otras partes de la boca que se usan más tarde al masticar y tragar, así como al hablar. Por tanto, el "chupeteo", al menos en los primeros meses, debe contemplarse como una  fuente valiosa de información par que el niño perciba los materiales, las formas, las temperaturas y los sabores.
   
Estimulación visual

     Hasta hace unos pocos años se creía generalmente que los recién nacidos y los niños pequeños tenían una capacidad muy limitada para enfocar un objeto con la vista e incluso menos habilidad para diferenciar entre varios estímulos visuales. Ya se ha comprobado que esta opinión es incorrecta. Ahora se sabe que el bebé está preparado desde el momento de su nacimiento para mirar y aprender. Por tanto, es de suma importancia lo que usted elija como situaciones de aprendizaje que se ofrecen al bebé. Lo que  más les gusta a los bebés es mirar a los rostros humanos. Parece ser que la distancia a la que un objeto puede ser explorado con atención e interés es a unos 20 a 30 cm de la cara del bebé. Si la presentación visual se acompaña por un sonido, con una frecuencia el interés aumenta.
     Es importante proporcionar al bebé experiencias visuales que sean atractivas y signifiquen algo para él. Por ejemplo, se le puede enseñar el biberón desde diversos ángulos antes de ponérselo en la boca. De la misma manera hay que animar al bebé a que explore con la vista el sonajero antes de acercárselo para que lo coja. O que la persona que esté con el mueva la cara antes de acercársela para que la toque. También debe mirar y tocar juguetes de colores mientras está echado (con una almohada en la espalda) o en brazos.
     Antes de empezar a manipular objetos más intencionadamente, un niño tiene que ser capaz de fijarse visualmente, organizarse y atender. Los niños con defectos visuales están a menudo considerablemente atrasados en el desarrollo de sus habilidades de motricidad fina. Necesitan un entrenamiento auditivo y táctil especial para compensar su deficiencia visual.
     Para llamar la atención y el interés de su hijo coloque objetos de colores encima y a los lados de la cuna. Pueden utilizarse móviles existentes en el mercado, pero también sirven al mismo fin los que pueden improvisarse. Cucharas brillantes, pinzas de colores, papeles de seda con dibujos multicolores, o campanillas atadas con una cuerda, pueden ser combinados de distintas maneras y colocados en la cuna. Restos de telas estampadas, que son preferibles a las lisas, se recortan de diversas formas y se cosen con los lazos de colores. También las cortinas y las sábanas con dibujos de colores vivos son buenos estímulos visuales.
     Es importante darse cuenta además de que las nuevas sensaciones e impresiones proporcionan a su hijo un instrumento de aprendizaje superior a aquellos con los que ya está familiarizado. Por eso, hay que traer de vez en cuando nuevos estímulos a la vida de su hijo, en lugar de confiar sólo en aquellos que en su día dieron buen resultado. Siempre que sea posible, saque al niño fuera para que adquiera nuevas experiencias, como ver las hojas, sentir la brisa o escuchar distintos sonidos. Un programa de estimulación visual como este proporciona algunas habilidades básicas de mirar, enfocar o centrar la mirada, y explorar, siguiéndolo un objeto a través de un campo visual más amplio, y distinguiéndolo ente los demás objetos. Estas habilidades preparatorias son necesarias para las etapas posteriores destinadas a agarrar y alcanzar.

Estimulación auditiva

     Aquí se emplea la palabra comunicación para indicar la capacidad de un niño pequeño para expresar placer, comodidad, hambre, dolor y demás sensaciones, así como para responder de alguna forma a lo que oye. Los bebés utilizan expresiones faciales, gruñidos, balbuceos, chillidos, lloros y otras vocalizaciones como medio de comunicarse. Muestran su respuesta a los estímulos auditivos mediante expresiones faciales, como la sonrisa, el parpadeo y las muecas, y por movimientos corporales como el pataleo, o retorcerse con la contracción de sus miembros. Reaccionan de muy distinta manera ante una voz amistosa y tranquilizadora, que ante una voz ronca o de enfado.
     También los bebés, en una etapa temprana de su desarrollo, distinguen una variedad de ritmos, tiempos, pausas y niveles auditivos de frecuencias sonoras. A partir de la primera infancia, pueden utilizarse varios estímulos simultáneamente (p. ej. cantándoles mientras toman el pecho, tocándoles mientras se dirige su atención a un objeto determinado y hablándoles sobre él al mismo tiempo, o cantando y bailando con ritmos y letras pegadizas en tanto se tiene en brazos al niño en distintas posturas).
     Por lo general, los padres se comunican espontáneamente con sus bebés mediante sonidos tales como "baba, tata, mama" y otros parecidos. También repiten vocalizaciones que les han oído a ellos. Sin embargo, es posible que los bebés con síndrome de Down pronuncien sonidos con menos frecuencia y con menos expresiones. El timbre de sus voces tiene pocos agudos y bajos, y el repertorio expresivo tiende a ser limitado. Por tanto, parece sensato enriquecer el entorno auditivo introduciendo una mayor variedad e intensidad de sonidos vocales y de otro tipo.
     La voz humana atrae y mantiene la atención del bebé mejor que cualquier otro estímulo auditivo.  Uno se da cuenta pronto de qué sonidos particulares prefiere el niño. Si esos sonidos evocan placer y excitación, el bebé probablemente  pateará, moverá los brazos y contoneará todo su cuerpo. Si los estímulos son muy relajantes y tranquilos, se observa con frecuencia un movimiento más suave de los miembros, alguna sonrisa y una mayor concentración en la mirada.
    A fin de conseguir una estimulación auditiva eficaz, debe utilizarse una estimulación sonora más amplia:

  1. Alternar entre un tono de voz bajo  y agudo, susurrar, silbar, soplar.
  2. Usar palabras con una variedad de vocales y consonantes que produzcan movimientos faciales expresivos, ya que los bebes observan estos movimientos con mucha atención.
  3. Sonreír con frecuencia, reír y carcajear, ya que el bebé reacciona de forma distinta ante cada una de estas expresiones.
  4. Utilizar sonidos y palabras producidos a distinta velocidad y ritmo, y sonidos que provengan de distintas direcciones.
  5. Cantar modificando las modulaciones de la voz.
     Después de un corto período de estimulación auditiva, debe haber otro de observación para ver cómo reacciona el niño. Si la respuesta es positiva, es decir, parece que el niño disfruta con la experiencia y se adelanta o participa cuando se repite ésta, éste tipo de estimulación debe repetirse unas pocas veces más. Si el bebé produce un nuevo sonido, el progenitor ha de imitarlo y expresar su contento con una sonrisa, una caricia o simplemente con una respuesta verbal. Después hay, que dejar que transcurra algún tiempo antes de conseguir un nuevo resultado. No hay que olvidar que el niño obtiene el mismo placer al ser respondido que al responder. Para conseguir un resultado eficaz, lo mejor es emplear una combinación de estimulaciones visuales, auditivas y táctiles (integración sensorial).
     El aspecto más importante de un programa de estimulación cosiste en responder positivamente a las reacciones que demuestran que el bebé ha tenido nuevas experiencias de aprendizaje y se ha beneficiado de ellas. Aunque el progreso sea lento, influye notablemente sobre la capacidad del niño para enfrentarse mejor con las tareas de aprendizaje que le esperan.